Por Francis Estevez, Editor CabezaNoticias y EconomiaalDia
Durante los 16 años de gobierno del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), la política dominicana experimentó una transformación hacia el centralismo y la autocracia. Ese partido se consolidó como un ente dominante, partido-estado, que permeaba todos los niveles del aparato estatal, incluso extendiendo su influencia sobre la sociedad civil. En este periodo, líderes emblemáticos se sumaron a sus esfuerzos, marcando una era en la que el PLD no solo detentaba el poder político, sino que también tejía alianzas que le otorgaban un control considerable sobre diversos sectores.
En particular, la administración de Danilo Medina ejemplificó la consolidación de un sistema que amalgamaba el partido y el Estado, alcanzando incluso a la sociedad civil. Esta fusión de poderes, combinada con el respaldo de partidos minoritarios, permitió al PLD obtener beneficios sustanciales y financiamientos que reforzaron su dominio.
Sin embargo, el escenario político cambió con la llegada del presidente Abinader, quien ha buscado devolver la autonomía a las instituciones estatales. A diferencia de sus predecesores, Abinader ha renunciado a la búsqueda de mayorías automáticas, incluso teniendo el respaldo parlamentario. Su enfoque apunta a desmantelar un modelo de gobierno autocrático que se valía de prácticas como el soborno , el facto del estado y el dopaje mediatico descarnado, evidenciado de manera notoria durante el proceso electoral de 2012.
La clave de la transición liderada por Abinader radica en la apuesta por una democracia auténtica en la República Dominicana. El presidente ha priorizado propuestas programáticas sobre el tradicional clientelismo político que caracterizó a los gobiernos anteriores. En este sentido, se observa un cambio sustancial en las alianzas políticas, con antiguos seguidores del PLD alineándose con Abinader.
En cuanto a las alianzas políticas, estamos viendo cómo muchos de los clientes políticos que apoyaron a los gobiernos del PLD, hoy se alinean con el presidente Abinader. La diferencia es que, hasta el momento, no hemos visto los nombramientos ni el despliegue de dinero que preludiaban esas alianzas y que le daban en gran medida un carácter de patrón-cliente a la relación PLD-partidos minoritarios. Para el presidente Abinader y su gran esfuerzo de dirigir una transición hacia una auténtica democracia en República Dominicana, es fundamental resaltar lo programático en estas alianzas, y que estas se sustenten en el apoyo mutuo a un auténtico proyecto de nación.